martes, 20 de diciembre de 2011

La cocina

No se sabe cuándo comenzó el beso (a primera vista, a última) ni si el recuerdo eliminará su desenlace, las razones nunca se encuentran a la hora que se las busca, los poetas siempre se ahogan en besos que no darán nunca, los amantes sienten al besar lo que un niño al mentir hasta que, finalmente, el beso acaba explicándose por sí mismo, escapando a lo que aprendimos sobre el léxico y semántica. Pero una mujer tuerce el cuello para ser besada y resulta esto:


Abro la puerta que nos separa
(paraklausítoron)
y tomo tu cuerpo como un hambriento
(el hambre causa las revoluciones).
Tengo la mano izquierda en tu culito duro
y la derecha en el cuchillo
que te corta a rebanadas.
Tiro del cuerito que te envuelve
y te desnudo como a una bataclana:
tu piel sabrosa y mi temblorosa boca,
tu peso tendido esperando la ejecución,
pares de galletitas comienzan a rodearte
y yo he sido parte de una exquisita mortadela.

Dieta

Como las esperanzas, como las prohibiciones,
como aquellas cosas fulgurantes,
como las mujeres libre (realmente libres)
como los odios de quienes aman,
como los mediodías con mi abuela,
con los amigos, con la familia, como hasta llenar mi cuerpo de rocas:

cómo como: con la boca,
como como los depredadores más hambrientos,
como como si no hubiera mañana,
como lo que para otros es sagrado,
para algunos profano, para otros rito:
te he mordido el cuello y los labios
y entonces el amor no era apetito.

Empleado

Los pasos siguen la inercia de otros pasos,
los edificios escupen desde lo alto,
las prostitutas persiguen con besos y ofertas,
nuestro nombre es renombrado en voz alta,
hombres de traje escapan a los paros cardíacos
que intentan en vano detenerlos,
y uno encuentra una plaza
y siente un orgasmo en los pulmones,
y uno se convence de que no es un número,
ni una estadística, ni un mero empleado,
se dice a sí mismo que ese policía de tránsito
tan saludador es como un viejo amigo,
que la gente hace fila para abrazarnos en el subte,
que quien nos toca el culo en el amontonamiento
no es un ladrón,
y uno cree que el tomate desengrasa la hamburguesa,
y uno se confía en que es joven
y que algún día tendrá su propia oficina,
hasta que llega a la conclusión
de que es lunes
y que la ciudad abre sus puertas
por varios días más.