Camina el hombre hacia el bosque,
con sus cansados pasos
se gasta el destino.
Entre las frondas,
entre las sombras,
entre lo desconocido
oye el llanto repetido de un niño.
Sus ojos ven lo que no cuenta el mito,
las bestias se nombran
con un latín ya vencido.
Vuela una saeta
directo a la loba,
los hermanos lloran como reyes,
de su boca cae la tibia leche.
Todo lo que pasó después
ya es historia o verso.
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