Un temblor en la ciudad
derrumba y acumula gente
en las plazas y las esquinas.
Descienden de colectivos y trenes
con banderas, mates y niños:
cuando llegue la revolución
no quiero quedar detrás de la puerta.
Hay música y danzas en el viento,
jóvenes y viejos en la ciudad.
Nadie se sienta a esperar
con sus manos llenas de esperanzas.
Se oyen las voces
de los que siempre perdieron,
los que una vez ganaron
y los que nacerán en la victoria.
Por eso, no sueltes mi mano esta noche.
Donde una ciudad dormida
hay también ciudadanos quietos.
No preguntes quién detiene el tiempo:
la historia avanza por todos.
Las personas se llenan de personas
y la memoria se escapa del cajón.
Cosa una es la ciudad desde el cielo,
cosa otra desde los agujeros.
Suerte que tiene la nación de ser pueblo.
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