No soy tu novio, ni tu compañero, ni tu amigo,
tampoco tu bailarín, ni tu mesero, ni tu amante,
ni tu almacenero, ni tu conserje, ni tu patrón.
No soy tu enfermero, ni tu enfermo, ni tu marido.
Sé que no soy tu esperante, tu eterno esperante,
ni tu esclavo, ni tu proxeneta, ni tu empleador.
No soy tu cartero, ni tu vagabundo, ni tu asaltante,
ni tu príncipe, ni tu salvación, ni tu amor.
Pero pesa sobre mi boca un beso
que salió de tu boca
y ya somos dos perfectos extraños
que apenas se recuerdan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario